Para Dalí, el pan siempre representó un viejo objeto de fetichismo y obsesión plasmado en sus cuadros. Fue el primero y único objeto en el cual El Maestro depositó su más profunda fe, al grado de pintarlo inicialmente también en una cesta en 1926, para repetirlo 19 años después. Esta obra, a diferencia de la anterior, fue realizada en Oleo sobre Tabla, en 1945, con unas dimensiones entre 37 cms x 32 cms, se encuentra actualmente en el Teatro – Museo Dalí en Figueres, España. En esta obra, encontramos una sensación de eternidad, de paz, y paradójicamente, también de vacío a través de un fondo obscuro que permite un excelente contraste con los principios de claridad de la imagen en sí.
A diferencia del cuadro de 1926, aquí, la canasta es redonda y se torna en una corona que encierra el sustento, por antonomasia, de la Vida, que tanto obsesionó al Artista, ya que en ella se estableció el Sacramento de la Eucaristía, la densidad de esta segunda Canasta de Pan cede ante un toque de suavidad, un increíble realismo de los elementos encontrados (mesa, pan y canasta) por lo que existiendo menos materia, también se manifiesta una mayor luminosidad.
Un trabajo que a pesar de las dimensiones reducidas que presenta, a diferencia de sus demás obras, muestra una grandilocuente técnica del Claro-Obscuro (por momentos me recordó la técnica manejada por otro grande de la pintura: Michelangelo Merissi da Caravaggio).