En la antigua Grecia, el Oráculo de Delfos era la voz de Apolo, sin embargo para la arquéologa Jelle de Boer, geóloga de Wesleyan University de Connecticut, la voz de la pitonisa del santuario que profetizaba hechos por venir, muy bien su estado pudiése estar inducido por la inhalación de una combinación natural de etano, metano y etileno, un gas de olor dulce que se utilizó como anestésico a principios del siglo pasado. La geóloga y su equipo en cuestión descubrieron que el Templo de Apolo se encuentra en la intersección de 2 fallas geológicas. Según su teoría, el movimiento y expansión de estas fallas permitía que gases volátiles escaparan de los depósitos de piedra caliza, rica en petróleo, y emanaran de las fisuras hasta la base del santuario, además descubrieron moléculas atrapadas de etano y metano. También hallaron que esos gases, así como el etileno emanaban de la fuente Kerna, al noreste del templo.
Hace más de 2,000 años, el escritor Plutarco, que fue sacerdote del templo, señaló que un olor dulce era el causante de las predicciones. Fe tomado a loco por los investigadores y arqueólogos posteriores. De Boer considera que es hora de darle todo el crédito al naturalista.