Nacido en 1836 y fallecido el 19 de Agosto de 1924, este hombre fue un cartero que realizaba sus actividades diarias en la Comunidad de Cháteuneuf-de-Galaure en el Suroeste de Francia cuando de pronto se encontró con una piedra pequeña cuya forma le llamó poderosamente la atención. Entonces concibió la idea de construir su palacio propio conocido como Palais ideal (Palacio Ideal) con las características de la piedra recogida. Así, durante los 33 años siguientes, se dedicó a recoger piedras en su ruta de trabajo que cargaba en los bolsillos, cubetas y al final, en carretillas, para llevarlas a un terreno que compró, con ellas fue construyendo durante las noches y a la luz de una lámpara una enorme mansión que resultó en una mezcla de los más diversos estilos arquitectónicos con miniaturas y figuras escultóricas adosadas, representado personajes bíblicos e hindúes.
Mientras tanto la personas del pueblo se reían de él -y como siempre sucede- fue tachado de “loco”, con el tiempo esta construcción llegó a ser incluso admirada por Pablo Picasso y Andre Breton, convirtiéndose en una suerte de atractivo turístico, hasta que en 1969 fue declarado Patrimonio Nacional Francés por André Malraux y por esta obra, Ferdinand Cheval, en 1986, apareció impreso en una estampilla postal.