Llena de misterios, así se podría mencionar la vida del más grande escritor de Ciencia Ficción de la Historia: Julio Verne. Su existencia, adelantada a su tiempo y totalmente visionaria, se mece entre la realidad histórica y la leyenda. Algunos autores e investigadores de su obra le atribuyen una sensibilidad mística que lo habría empujado a formar parte de obscuras sociedades secretas muy activas en el territorio francés durante la segunda mitad del siglo XIX. Si, en efecto, con escasas pruebas, lo han querido vincular a los masones y rosacruces, es cierto que su editor, Hetzel y su mentor, Dumas, eran miembros de una de esas extrañas sociedades conocida como La Niebla, lo que ha llevado a algunos investigadores a considerara que el escritor debió haber formado parte de este extraño grupo.
No son pocos los que creen ver en la novela “Viaje al Centro de la Tierra” un continuo flujo de referencias ocultas y ritos iniciáticos en códigos, sin embargo, diversos expertos han rastreado los archivos masónicos en busca del nombre del escritor pero sin éxito. A pesar de todo, los partidarios de esta teoría no se rinden e insisten en que la propia tumba del genio, en Amiens, presuntamente construida con las medidas del Número Aureo, esta repleta de simbología masónica.