Ante un tranquilo, idóneo cielo azul de un bello día, con algunas nubes alzándose detrás de los montes, apreciamos una construcción, o restos de la misma, configurada por trazos lineales firmes, verticales y horizontales que le proporcionan un aspecto cuadriculado. Por el lado izquierdo, los rayos solares se insinúan y dan un matiz blanco brilloso a la superficie del bloque, siguiendose con la superficie externa en su tercio inferior de la base de la supuesta edificación. Por la parte libre de ésta, asoma la cara un hombre con evidente muestra de tristeza, su mano izquierda se apoya sobre el borde de un bloque y él, enfundado en una camisa blanca, abierta muestra los signos faciales de esa depresión, su pelo con raya en medio se encuentra bien cortado, parejo, pulcro, a la vieja usanza de principios de los años 30´s, detrás de esta figura, se observa un hombre que mira fijamente al deprimido con un cráneo desproporcionadamente grande en relación con la región occipital, viste una especie de playera de manga larga, el tronco esta desplazado hacia adelante por lo que el abdómen se hace discretamente protuberante y los glúteos aparecen demasiado grandes y sin corresponder anatomicamente en relación al resto de su cuerpo, misteriosamente, coloca un pañuelo o fragmento de tela sobre una formación redondeada, color carne que se encuentra sostenida en una especie de muleta. Al fondo, los montes juegan a los tonos azul-café.
En esta etapa, Crítico-Paranoica, El Maestro tal vez quizo manifestar cierto estado de tristeza o desencanto sufrido por él mismo o bien, demostrar que aunque se encuentre todo placentero y bello alrededor, si la persona sufre de un estado depresivo, no importa lo que se encuentre en su entorno. La cara de ese hombre, llámese peluquero en éste caso, tal vez represente, premonitoriamente, la imagen del Hombre del Siglo XXI. Oleo sobre lienzo. 24 X 16.5 cms. Colección Klaus G. Perls. New York.