Es de todos conocido el fenómeno de índole psiquiátrica que cíclicamente se presenta en muchos habitantes de los países del Norte de Europa, en específico, los países escandinavos. El Trastorno Afectivo Estacional (TAE) es una interesantísima condición que se manifiesta por un estado depresivo asociado a los largos inviernos de estas regiones.
A principios del 2011, un grupo de investigadores de la Universidad de Vanderbilt y de la correspondiente de Alabama en Birmingham, de dedicaron a criar 2 grupos de ratones: uno, relacionado con condiciones estacionales semejantes a las del invierno y otro con condiciones semejantes a las del verano, basado esto en las horas expuestas a la luz. Lo que se encontró fue de que el grupo invernal mostraba una activación de su “reloj biológico”, dependiente de su material genético, más corto, mientras que los del grupo veraniego su activación era más duradera. Esto orientó a la tendencia de que los “ratones invernales” eran mucho más activos durante la noche, como sucede con los pacientes afectados por TAE.
Esto ha llevado a que varios estudios recientes en humanos hayan considerado, por esta posibilidad experimental, que los bebés nacidos en invierno tengan más probabilidades que los nacidos en verano de desarrollar enfermedades como esquizofrenia, depresión o el mismísimo TAE.
Una investigación fascinante, que seguramente nos regalara interesantísimas sorpresas.