Bien lo decía Carlos Marx, al referirse a la religión como “—-el opio de los pueblos….”. En pleno inicio del siglo XXI, vemos que nada ha cambiado, los individuos, a pesar de la tecnología actual y los grandes descubrimientos científicos, siguen arraigados al pavoroso mundo de las religiones, sean musulmánes, católicos, protestantes, cristianos, ortodoxos, etc, etc, esto nos demuestra la vulnerabilidad psicológica del género humano. Las religiones, más que convocadoras de los individuos entre sí, han constituído una fuerte herramienta de dispersión gracias a los persistentes y penetrantes juegos de poder económico-pólitico. Ejemplos hay muchos: musulmanes contra cristianos, hebreos contra musulmanes, heterodoxos contra ortodoxos, etc, etc. El Ser Humano debe ser LIBRE en cuanto a pensamiento y actitud, no debe ser, bajo ninguna circunstancia, manipulado por creencias religiosas generalmente falsas y peor, por vivales que se autoproclaman como “representantes” de la Divinidad en un mundo cada vez más caótico.
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