Espléndida obra que fue creada junto con el poema “Mito de Narciso” en 1937. Es una pintura realizada en Oleo sobre Lienzo, de unas dimensiones de 51.1.cms x 78.1.cms, actualmente perteneciente a la Galería Tate de Londres. Este trabajo se corresponde al período Paranoico-Crítico de su Arte y se dice que se elaboró en base a la plática de 2 pescadores acerca de un vecino que podía pasarse horas viéndose en un espejo, uno de esos hombres describió al vanidoso como si tuviese “………un bulbo en la cabeza…..”, y que, presumiblemente, se encontraba enfermo de sus facultades mentales; por otra parte, de acuerdo con la espléndida Mitología Griega, Narciso se enamoró de sí mismo, al reflejarse su imagen en el agua de un lago, incapaz de desprenderse de ésta, murió y los dioses lo inmortalizaron como una flor.
La pintura nos muestra a Narciso sentado a la izquierda del cuadro, reflejándosele una luz vespertina la cual le da un toque áureo, inclinado en el estanque, con la Cabeza baja, se hace acompañar, por el lado derecho, de una figura de Piedra que semeja una Mano en la que el Indice y el Pulgar sostienen un huevo o bulbo de donde la flor (Narciso) emerge. Para El Maestro, el huevo simboliza a la fecundidad y fertilidad, como se ha observado en otras pinturas, entre estas 2 figuras se encuentra un interesante grupo de personas desnudas, de características andróginas (es posible observar un individuo con Senos y Pene), en posiciones diversas y aparentando belleza, -volvemos a las perturbaciones sexuales del pintor- en la parte superior derecha, encontramos un cielo discretamente nublado, con señales de lluvia pero que deja entrever una trazo azul del cielo.
En la parte inferior de unas montañas otra imagen de Narciso, pero ahora de pie, sobre un objeto de madera, cuyo piso se manifiesta como un tablero de ajedrez, quizás éste personaje se constituya en una pieza de ése juego, en el extremo inferior, observamos a un perro devorando carne como una manifestación de que a pesar de la belleza física presente, todo se acaba al final del camino vital. Esta extraordinaria pintura nos presenta esa primera etapa de Dalí en que los sueños, las pesadillas, los traumas, las reminisencias, se reflejan esplendorosamente en su trabajo, ante tal situación, Dalí conocería a Sigmund Freud en Londres un año después, llevando consigo “La Metamorfosis de Narciso”.