Esta magnífica representación en piedra de una Cabeza de El Buda de aproximadamente 35 centímetros de alto y realizada en el siglo VI, correspondiéndose a la Dinastía Qi, nos transmite la profunda calma del Hombre Trascendente. Ataviado con un tocado y/o pelo finamente trabajado, las facciones de la Cara nos manifiestan una tranquilidad total, tanto las Cejas, Párpados, Ojos Nariz y Cavidad Bucal están muy bien representadas.
Los Pabellones Auriculares son grandes y elongados. No hay continuidad con el Cuello. A pesar del discreto deterioro de la superficie escultórica aunado a que la piedra es un material bastante duro, el trabajo es más que espléndido.