Desafiando cualquier convencionalismo, Dalí realizó esta Obra en 1933, durante aquél período en el que se consagro al “Método Paranoico-Crítico”, provocando gran controversia en el mundo de la Pintura. He aquí una clara referencia a Giorgio de Chirico con esas estructuras bien delineadas, proyectando luces y sombras, con ángulos precisos, de formas uniformes, robustas, cuadradas, cúbicas, paralelas, que proyectan la forma, al observador, de una apariencia de ruinas o construcciones desoladas ya que. como en este caso, se acompañan de paisajes sin gran colorido ni referencia de formas asociadas. El cielo muestra colores contrastantes: por una parte negrura, por otra azul claro con presencia de nubes de las cuales una se destaca por su magnífico brillo y coloración diversa. En la parte central de la Obra, se observa una muleta que sostiene un apéndice craneal, de aspecto lobulado el cual es prolongación de un cráneo de forma triangular -base superior, vértice inferior- en donde se observa unas cavidades orbitarias enormes y una estructura ósea nasal apenas perceptible, la boca muestra un gesto con dientes delimitados y, por el lado derecho del observador, se encuentra otro apéndice craneal más pequeño el cual se unifica a un cráneo de un hombre el cual, a su vez, sostiene ese cráneo triangular, dando la impresión como si estuviese o tratara de ordeñar algo.
El perfil de su cara esta bien delimitado aunque no se encuentra ojo, la extremidad superior izquierda se halla perfectamente trabajada, con luces y sombras, es musculosa y bien definida. Su cuerpo se encuentra cubierto por un lienzo que cae hasta el muslo y se desvanece con parte del paisaje. Dicho individuo se halla sentado y su pierna izquierda muestra un sostén para un calcetín. Esta Obra manifiesta las inquietudes que en esos años perturbaban la mente del Artista. No hace falta repetirlo. Oleo sobre tela. 22 x 16.5 cms. Salvador Dalí Museum. Cleveland, Ohio. USA.