Para 1933, El Pintor ya había realizado, 2 años atrás, una de sus obras más impresionantes y, quizás, la más conocida de su imponente legado artístico, nos estamos refiriendo, a “La Persistencia de la Memoria” o también llamada “Los Relojes Blandos” que causo una enorme impresión en todo el mundo. Realizada en Oleo sobre lienzo, dimensiones de 62.3 cms x 47.9 cms y formado parte de una colección particular francesa, “La Hora Triangular” presenta algunos elementos de la anteriormente pintura citada. Bajo un cielo majestuosamente trabajado en el cual el tono negro se va atenuando hacia un azul intenso, azul claro hasta llegar a la claridad del horizonte, El Pintor realizo un magnificente trabajo en que el tono de la luz solar se insinúa delicadamente en una formación de nubes que adoptan una forma caprichosa, cual cabeza y tórax de algún individuo que vigila desde el cielo.
Ese tono dorado representa un contraste hacia la parte lateral izquierda en donde algunas nubes adoptan un color negro, casi anunciado lluvia inminente mientras que un ciprés se yergue cual símbolo fálico a través de la formación rocosa la cual es de color café obscuro tendiendo hacia lo negro dado el desplazamiento del Sol, en el inacabable juego de luces y sombras del Crepúsculo; en la parte casi media del macizo pétreo se halla un agujero de donde se observa la probable llanura de Ampurdan, seca y extensa, prolongándose hacia el horizonte donde es posible observar unas colinas. En la llanura yace la figura de un niño solitario – probablemente Dalí -. En el borde superior de la roca se encuentra, hacia la izquierda un extraño guijarro/huevo que El Pintor ya había plasmado con anterioridad en sus cuadros. La parte media presenta un reloj blando que a diferencia de los anteriormente plasmados en su “Persistencia de la Memoria”, parece ser hecho de piedra o madera, marcando las 17.55 hrs, y proyectando una sombra en el juego de luces. En el extremo derecho se encuentra el busto en piedra de un probable dignatario griego o romano con un pequeño mojon de piedra en su cabeza como si estuviese en equilibrio. Tal vez Dalí quiso manifestar, con este singular trabajo, que tanto el Hombre como el Tiempo están gobernados por la Naturaleza sólida e infranqueable.