Desde tiempo inmemorial, La Muerte, como fenómeno biológico, filosófico, socio-cultural y religioso ha fascinado y a la vez atemorizado al Hombre. Aquellas experiencias referidas en las distintas culturas sobre la fenomenología de esta han sido manifestadas en muy diversas formas, en la actualidad, con el obvio desarrollo tecnológico, se ha tratado de explicar aquellos hechos que ocurren antes de dar este paso tan trascendental. A principios de este año, el investigador Dr. Zalika Klement-Ketis de la Universidad de Maribor en Eslovenia, analizó la sangre de 52 personas que se habían recuperado después de sufrir paro cardiorrespiratorio y comprobo que 11 de ellas habían manifestado Experiencias Cercanas a la Muerte (ECM), presentando un índice significativamente mayor de dióxido de carbono. Este era el elemento común entre ellas, independientemente de edad, nivel educativo, religión, creencias, sexo, etc, etc. A juicio del especialista el vínculo entra la mayor cantidad de dióxido de carbono en la sangre y las ECM debe ser objeto de más investigaciones.
Como referencia debemos mencionar los estudios que realizó nuestro buen amigo el Dr. Michael Persinger sobre este fenómeno, considerando que muy bien las ECM pudiesen estar relacionadas con los cambios fisiopatológicos a nivel vascular que sufre el lóbulo temporal antes de La Muerte, siendo el dióxido de carbono uno de los gases orgánicos presentes en cantidad importante en esos momentos y que pudiesen alterar la percepción del agonizante. Esto también fue estudiado por científicos holandeses hace alguno años y con resultados semejantes.