Nos encontramos con una parte de la región costera de Portlligat, el mar esta calmado y el reflejo de la contrastante tonalidad celeste -un discreto azul que se contrapone con un naranja-grisáceo-, otorgan un ambiente de singularidad así, los macizos rocosos, de un color café se miran sin vegetación alguna, paradójicamente, se localiza una densa vegetación en una zona cercana a ellos la cual delimita a un caserío. Existe un pequeño muelle y más cerca, 4 lanchas yacen colocadas listas para ser embarcadas. La arena presenta distintos matices cromáticos. La figura protagónica es una robusta mujer, cuya cabeza se encuentra flexionada y cubierta por una pequeña manta, las piernas, también se encuentran así y sobresalen unos extraños zapatos tenis.
Su vestimenta es también de color marrón y en la parte posterior de su cuerpo se localiza una gran abertura vertical y rectangular, sostenida por una muleta, dicha abertura se corresponde perfectamente a un mueble dispuesto adelante de la mujer y este presenta otro espacio del cual surge otro mueble más pequeño que en su parte superior presenta una botella o biberón. Durante su vivencia en la casa paterna, Dalí nunca pudo olvidar su lugar de orígen. Nunca en su vida a pesar de los sinsabores que sufrió. Llaman la atención las imágenes que recuerdan a su infancia: el macizo rocoso medio semeja un seno con el pezón erecto, la botella o biberón en el mueble pequeño y, sobre todo, la mujer sentada en la playa que bien pudiese ser su nodriza o Lidia, aquella esposa del pescador, afectada por sus facultades mentales que vendió su casa, vieja y en ruinas para que El Maestro estableciese ahí su residencia. Oleo sobre madera. 19 cms. x 24 cms. The Salvador Dalí Museum. San Petersburg. Florida. USA. 1934.