En las regiones septentrionales, en medio de la noche o durante la salida y puesta del Sol, enormes pilares luminosos se pueden observar, dando la impresión que se dirigen al cielo. Este extraordinario fenómeno óptico se debe a un haz de Luz que es reflejado por una infinidad de minúsculos cristales de hielo con aspecto de placas o columnas hexagonales los cuales comúnmente se encuentran alojados en las nubes o “cirros”. Según su tamaño caen al azar pero si superan las 15 a 20 micras de ancho, descienden alineados mostrando su lado de mayor superficie hacia el horizonte.
Esto permite que reflejen la Luz en pilares más o menos delgados. En cambio las luces parecidas a torres anchas en sus extremos resultan cuando los cristales de columnas hexagonales rotan ligeramente al caer. Dentro de los fenómenos luminiscentes más conocidos, este destaca por su belleza y majestuosidad.