Curiosamente, sin albergar recursos cromáticos manifiestos (encontramos manejo del café, negro y blanco en distintos tonos), este trabajo resalta nuevamente la marcada admiración del Maestro por su entorno vital, el verdadero; en el se manifiesta de una manera simplista -quizás hasta minimalista, diría yo- las evocaciones diarias de su niñez, juventud y vida adulta temprana, en la pintura referida, observamos un cielo blanco sin ninguna evidencia de luz, Sol, nubes, aves marinas si no es por una delgada franja en el horizonte limitada por una discreta sombra parecida a una formación rocosa, diría que Cielo y Mar se funde en un tenue color blanco. En la orilla de la playa encontramos una ánfora de características helénicas la cual parece balancearse, proyectándose su sombra en la superficie arenosa, ya en el Mar, se encuentra una joven mujer ceñida con una antiguo traje de baño de color negro con sus brazos levantados y recogiéndose el cabello, su mirada es intrascendente, atrás de ella se observa una figura de espaldas que se va introduciendo en el Mar, a la izquierda, una formación rocosa en cuya superficie superior se encuentra parado un hombre ataviado de pantalón, camisa, suéter, sombrero y una escoba colocada en su hombro, parece estar sonriendo, a la izquierda, una lancha de pescadores que aparentan llegar hacia una roca, atrás de la cual se observa un macizo pétreo con contrastante juego de luces y sobras, detrás del hombre parado en la roca se observa otra formación ligeramente distante que corresponde a una superficie pétrea.
¿Será Cadaqués?, ¿Será Portlligat?. No lo sé, pero lo que si capto es la ausencia de color y diversidad pictórica. Como si hubiese tristeza, apatía por parte del Maestro o bien, simplemente sencillez artística en el momento de realizar su trabajo. Realizada en 1936. Oleo sobre tela. 41 cms X 33 cms. Colección Edward F. W. James.