Finalmente, lo que se había sospechado durante largos años se ha hecho una realidad. Adolfo Hitler, el tan mencionado Mesías Imperial del III Reich tuvo una gran obsesión al querer poseer otra de las supuestas reliquias sagradas: el trono del Rey de Aragón, Martín I, conocido también como El Humano, esto se manifestó cuando Hitler conoció esta reliquia después de que fuera expuesta en la ciudad de París en 1937, en plena Guerra Civil Española y resguardada posteriormente en el castillo Maisons-Laffite, cerca de esa ciudad.
El Führer pidió su rápido traslado a Berlín, lo cual no ocurrió. Se cuenta que al fallecer en 1410 sin descendencia, Martín de Aragón, lego su trono al mismo Jesucristo por lo que se convirtió en un tentador objeto de poder ya que según la leyenda, el que se sentase en él podría convertirse en Rey del Mundo, algo que perturbo al nazi durante toda su vida. Seguramente, esta serie de hechos extraños seguirán engrosando los archivos de esas misteriosas redes de secretos no velados, hasta estos días, que constituyen las fuentes ocultas del Nazismo.