……..Paralela a esta figura, aparece un cara de perfil, de cuya garganta se manifiestan pequeños cuadros ocupados por otra cabeza de pájaro multicolor, el cuadro principal se encuentra colocado sobre la superficie de una vitrina en cuyo interior se observan cientos de pequeños cuadrados de colores, a su vez, dicha vitrina se encuentra colocada sobre una estructura semejante a una plancha. Finalmente, las 2 últimas figuras representan a un anciano canoso, barbado, vestido de traje y una niña -o tal vez niño- que extiende su mano para entregarle algo. El anciano extiende su brazo derecho para recibirlo. Ambas figuras proyectan su sombra sobre la superficie de la planicie. Como comenté en un inicio de la descripción de esta extraordinaria Obra, se encuentra en ella un interesantísimo simbolismo.
En esta época, El Maestro se encontraba en total conflicto con su padre el cual era autoritario, dominante y manipulador; no aceptaba que su hijo se dedicase a la Pintura y además había desvirtuado su natural sexualidad tiempo antes con estúpidas actitudes. Es notable en este cuadro el distanciamiento de la relación padre-hijo, algo que Dalí no olvidaría jamás y que su único confidente era el caballete, sus lienzos y sus pinturas. El Maestro siempre deseo que su padre fuera más afable con él, el hombre sentado y distanciado, la imágen distante de un niño y un hombre y el niño-niña que trata de entregarle algo al anciano son marcadas evidencias de esta situación, por otro lado, las caras infantiles, cabezas de pájaros y colores llamativos son la manifestación de una Infancia perdida, el Dalí joven, trajeado, que apoya su cabeza en una mujer irreal, despeinada y con cara de vagina pero vestida a la usanza de las prostitutas de esa época, muestra unos genitales ausentes de funcionamiento normal y de ser lo contrario, este sería por la masturbación. El simbolismo de la sexualidad equivocada y a la vez extraña se presenta con las moscas y sobre todo, con el saltamontes, un insecto muy común en las obras pictóricas del Artista. Finalmente, el cuadro en donde se observan familias felices divirtiéndose en un barco vestidas con colores alegres tal vez represente el deseo inconsciente del Pintor por algo que no tuvo y deseo fervientemente durante su infancia: una familia feliz.
Independientemente de ser considerado este cuadro como la primera obra surrealista del Maestro, el nombre nos orienta a considerar la Primavera como época de felicidad, alegría y renacimiento en donde todo vuelve al esplendor después del crudo Invierno, pero sobre todo, es una muestra contundente del sufrimiento de un hombre, el cual conllevo a lo largo de toda su vida, de no poseer lo que algunos conocen como Felicidad. Oleo sobre tela y collage. 50 cms. x 60 cms. Colección privada.