Esta escultura representada por una cabeza de un “Dios Celestial” (“Lokapala”) se constituye en una de las formas más representativas del Arte T´ang. Fechada entre el 618 y el 907 A. de C. y concordante con la etapa de gobierno de la Dinastía T´ang es una -hasta cierto punto- burda pero magnífica forma de esculpir la piedra; en ella encontramos la cara grotesca de un hombre con rasgos bien pronunciados y resaltados, dando una imágen de sobriedad y/o aparente calma y, sobre todo, delimitando el contorno de una cara con rasgos recios, profundos y significativos.
El tocado alrededor de la cabeza lleva un adorno en el centro, el pelo presenta una manifiesta elevación gracias al adorno que lo sostiene con firmeza, la frente es bien esculpida con las cejas pronunciadas y aparenta estar frunciendo la Región Frontal, los párpados cubren los ojos que, al parecer, se encuentran observando hacia abajo o en período de sueño, la nariz es de formas toscas pero anatomicamente bien esculpida, las narinas se encuentran equidistantes y la Región Malar muestra carrillos pronunciados -se forman pliegues bilaterales-. La boca esta bien conformada y los labios se encuentran perfectamente configurados, en su conjunto, lateralmente, los pabellones auriculares están elongados y adornados, característica propia de la época, la cabeza esta minuciosamente trabajada en la roca. Esta escultura nos da cuenta de la incipiente maestría de los escultores chinos de este período, influenciada, desde luego, por el Tantrismo Hindú.