Aquellos que hemos tenido la fortuna de conocer la inconmensurable obra y de sintetizar un poco la enorme sabiduría de éste gran pensador, es seguro que consideremos que ésta se caracteriza por un interés constante y apasionado por el Ser Humano y su futuro. Desde principio a fin, Pierre Teilhard de Chardin evidencia una gran fe en aquél, así como una gran convicción de que el Género Humano -considerado como un todo orgánico y autodinámico- tiene ante sí unas perspectivas llenas de promesas.
Esta conclusión -si es que puede denominarse así- nace de una esfuerzo reiterado para comprender la coherencia existente entre la doctrina cristiana de Creación y Redención, por una parte y por la otra, la interpretación científica, moderna del Hombre como un producto y partícipe de un extraordinario y único proceso evolutivo. Para Chardin, el Hombre no se puede conceptuar como un observador pasivo de la Evolución, sino como un agente activo, único en el desarrollo de un proceso interno mundial. Realmente, él no considero solo al Hombre en el contexto de la cada vez más aceptada teoría darwiniana, su visión del mundo va más allá de las Ciencias Naturales.
Teilhard no fue solamente un científico naturalista, sino también un cristiano convencido por lo que al Ser Humano lo incluyó dentro, también, del contexto del Medio Divino, siendo su objetivo demostrar que ambos contextos son realmente uno: la unión del Hombre con Dios, basada ésta en una teoría científica, evitando el dualismo de Materia y Espíritu, de Cuerpo y Alma. Así pues su visión global del Mundo armoniza y unifica el dinámico, cambiante universo evolutivo del científico naturalista y el universo espiritual del cristiano creyente.
Pierre Teilhard de Chardin no pretende en algún momento de su pensamiento y de su obra, proporcionar un minucioso plano para la edificación del futuro humano. Solo intenta explorar y exponer, con inmensa sabiduría, un sistema adecuado para observar la proyección del Hombre en la Sociedad, en la Naturaleza y, sobre todo, en la mismísima Evolución, así como desentrañar el significado del Cosmos y concebir un credo humanista común, pues es mediante “El Ascenso de lo Personal”, en todos los estados y condiciones de la existencia humana, como hemos de asumir nuestra responsabilidad respecto al ordenamiento de nuestro hogar: La Tierra.