Dentro del terreno escultórico en la Antigua Roma, se han encontrado infinidad de representaciones de Augusto al cual se le considera como uno de los emperadores más importantes de este notable imperio. Este trabajo realizado en Marfil, datada en el año 47 D.C, manifiesta una excelente perspectiva en cuanto a las características anatómicas del representado: un cuello largo bien delineado, discretamente musculoso, cara medianamente alargada, implantación del cabello perfecta con notoria presencia de capas de cabello formando ondulaciones y discretos rizos, cejas y ojos equidistantes así como pabellones auriculares.
La nariz es afilada, clásica de las efigies romanas y la boca con labios delgados. En su conjunto, la representación muestra tranquilidad y/o ecuanimidad sin restarle la consabida firmeza en el rostro lo que la hace una de las mejores representaciones que se tengan del Emperador. Se encuentra en el Museo Vaticano.