……“Seven Lands of Sin”, inicia sombriamente con un fondo de órgano y de cuerdas, riffs de eléctrica con sinfonismo, cambio y acordes de guitarra, excelente manejo de la batería que da entrada a la voz, a los 2:04, cambio de la voz a una forma melodiosa con ése mismo fondo, cambio y arpegios de Forté, nuevamente entrada de la voz que se continúa con la base melódica inicial, interludio de eléctrica a los 4:04, nuevamente ése fondo sombrío del inicio con discretos arpegios de piano. Se escucha una marcha dada por la percusión de la tarola y el teñir de las campanas, las orquestaciones le añaden un toque sobrio, entrada del grupo y escala de arpegios de sintetizador acompañados por un magnífico despliegue técnico en la batería,luego, arpegios en una buena escala del guitarrista, fondo de sintetizador, discreto puente de guitarra que se continúa con la voz enérgica para que a los 8:44 cambie su tono y se transforme en melódico acompañandose de acordes de piano así como de cuerdas, Dirk hace acto de presencia con contratiempos para dirigirse hacia Forté en arpegios de eléctrica y voz discretamente lejana de Readman. Otra de las mejores piezas y la más compleja en cuanto a su estructura. Excelente.
“Order of Enlil”, enteramente instrumental, inicia con un juego de teclados de evidente tendencia árabe, los riffs son precisos, las percusiones son magníficas, arpegios de guitarra en el sostén de la melodía, a los 1:38 un diálogo entre la batería, la guitarra y el teclado, casi un minuto después, riffs para sostener una excelsa escala de arpegios de sintetizador y después, de eléctrica hasta llegar, nuevamente, a la influencia arabesca del principio del track. “Sanctus Ignis”, track que le da el nombre al álbum, inicia con riff de Forté, fondo sinfónico con fuerte influencia Speed, destacando el clavecín, entrada de la voz con buena base rítmica, la melodía se desarrolla con drama en las vocalizaciones, a los 2:27, un breve puente de piano seguido por escala de arpegios de eléctrica, a los 3:19, arpegios de sintetizador y reprise del inicio. Dramatismo en la interpretación vocal. Melodía intensa. “Panem et Circenses” parte de riffs y coros distantes, seguidos de la entrada del grupo, la base melódica se continúa con magnífico sostén rítmico de la batería, la voz se conjuga poderosamente por la nutrida sección rítmica con gran manejo de contratiempos y tiempos irregulares, a los 2:40 un puente sinfónico para continuarse con una lánguida escala de arpegios eléctricos, reprise del inicio. Casi al final, magnífica escala de arpegios electricos, la pieza termina con la base melódica.
“Inmigrant Song”, instrumental 100%, es un cover al hit de Led Zeppelin plasmado en su tercer álbum. Es una estilizada versión que inicia con un fondo sinfónico, acordes distantes de Forté característicos de la melodía, el batería sigue el ritmo del cover, la escala de arpegios es propia del guitarrista sobresaliendo su gran capacidad de improvisación. 2:39, acordes y posteriormente arpegios de sintetizador que se continúan con los propios del guitarrista, buen fondo sinfónico. Al final, reprise del inicio. “Niflheim”, entrada del sintetizador, riff de eléctrica en contexto sinfónico, la batería marca el compás rítmicamente, a los 1:21, un discreto puente con acordes de piano para seguir con riffs y arpegios de guitarra, a los 3:34, sonidos lejanos de campanas para finalizar con el fondo sinfónico. Este track viene incluido en la versión europea del disco.
COMENTARIO
Este disco-debut es un hito. Excelente, con magnífica estructura lírica y musical. Las melodías llegan en su momento a ser intrincadas -con cambios, puentes e interludios frecuentes-, complejas y perfectamente interpretadas. Las guitarras son poderosas, con bien empleados riffs, versátiles, es notoria la influencia de Petrucci y Malmsteen, sin embargo, la capacidad improvisadora de Forté es espléndida. La voz, pudiese ser un lugar común, pero el cantante impregna también gran versatilidad a las interpretaciones con buena tonalidad, cambios y esa expresión artística de drama y/o tragedia. James Labrie también se hace presente. El bajo es discreto pero con muy buen trabajo de acompañamiento. El virtuosismo del tecladista es por demás evidente: gran capacidad de interpretación, improvisación y sobre todo creatividad en el manejo del piano y sintetizador, aquí Symphony X se hace también notar. El baterista es un virtuoso de su instrumento, realizando perfectamente los cambios, contratiempos, tiempos irregulares sin falla, un baterista por demás fino que impregna de su fuerte influencia Power y Speed Metal a las canciones. en fin tanto David Readman (Vocales), Stephan Forté (Guitarras Eléctricas y Teclados), Richard Andersson (Piano, Clavecín, Sintetizador y Organo), Franck Hermanny (Bajo) y Dirk Bruinenberg (Batería y Percusiones) se estrenan con un álbum magnífico, de gran versatilidad, elegancia y, sobre todo, excelente música.