Ya hace unos años, en el aniversario 200 del nacimiento de Charles Darwin, la Iglesia Anglicana ha pedido discúlpas públicamente por malinterpretar y oponerse de una manera excesiva, altanera y visceral a la Teoría de la Evolución, formulada por el eminente científico en 1859 en su portentosa obra “El Orígen de las Especies por medio de la Selección Natural”. Por su parte El Vaticano afirma que no existe contradicción entre la fe cristiana y la teoría del científico y que éste nunca fue condenado por dicha institución por lo que no amerita pedir perdón.
Nunca ha existido una real apertura por parte de cualquier religión de grandes masas hacia las doctrinas científicas. Siempre se ha tratado de dar una explicación sobrenatural o “divina” a los distintos hechos científicos que nos rodean, e incluso, a aquellos que no tienen una explicación evidentemente científica -paranormales, en otro rubro- . Es increíble que en pleno siglo XXI, la actitud de los jerarcas eclesíásticos sea tan cerrada y estúpida.
Ciencia y Religión jamás caminarán de la mano, ni con los esfuerzos que realizó Teilhard de Chardin.