Uno de los grandes debates dentro del extraordinario campo de la Biomedicina es que sí los virus tienen Vida o no, ésta encrucijada científica lleva decenios de controversia, sin embargo; una luz puede aparecer dentro de la nebulosidad: virólogos de la Universidad Mediterránea de Marsella han descubierto que los virus pueden sufrir ciertas enfermedades por infección de otros virus. Este hallazgo publicado el 4 de septiembre del 2008 en la prestigiosa revista “Nature”, aporta datos que respaldan la hipótesis de que los virus corresponden a los seres vivo.
Los investigadores examinaron un Mamavirus (denominado así por ser mayor todavía que el Mimivirus, virus gigante descubierto en 1992), el cual mide aproximadamente 750 nanómetros, casi tanto que una bacteria pequeña. Un estudio apoyado por la observación con microscopía electrónica ha revelado la presencia de un pequeño virus, de unos 50 nanómetros de diámetro íntimamente ligado al Mamavirus, éste virus ha sido llamado Satélite, con el nombre específico de Sputnik, en recuerdo del primer satélite que orbitó la Tierra en 1957. Este es incapaz de infectar células; deja al Mamavirus que haga el trabajo, después Sputnik secuestra la fábrica de replicación que el Mamavirus ha plantado en el huésped.
El resultado es la producción de más virus satélites y menos Mamavirus que ha menudo resultan deformes. Los estudios genómicos llevan a pensar que los virus gigantes y sus virófagos pueden ser por demás comunes en los mares y océanos de la Tierra.
Desde mi punto de vista, creo que las implicaciones orientadas hacia la Medicina son inmensas: si tenemos virus tan agresivos como el VIH, Ebola, AHINI, etc, los cuales sin ser de dimensiones considerables, podrían en un momento ser atacados por estas formas satélites dándose una confrontación directa, con la consecuente deformidad estructural o modificación genómica, fenómeno que traería como resultado que el Sistema Inmunológico Humano con sus distintas líneas de defensa (Macrófagos, Linfocitos, Leucocitos, etc, etc), pudiesen atenuar, o en su caso, eliminar la patogenicidad de estos agresores del organismo.
Como dijesen los eminentes virólogos Michael Rossman y Jean Michel Claverie “….éste es un parásito viviendo en otro parásito lo cual resulta fascinante………..”.