Formando parte del “Pasaje de las Esculturas” en la capital chilena, el escultor plasmó sombríamente unas formas humanas, toscas, que sobresalen de unos espacios de una gran loza de Bronce la cual cubre la mayor parte de sus aparentes cuerpos. Las formas son prácticamente humanas, con cabezas que no manifiestan importantes rasgos faciales, de igual forma no se observan Extremidades Superiores.
Pareciese que se encuentran aprisionadas en una forma de calabozo o cárcel. Como lo indica el nombre de la obra, las formas parecen ensamblar en los espacios que se destinan a ellas, de la misma forma se encuentran las contrapartes, con las mismas características artísticas; sin embargo, no podemos ignorar que también podrían encontrarse atrapadas o encarceladas. Lejos, tal vez, de una belleza escultórica como tal, el mensaje dado por el trabajo es impecable.