Las características más sobresalientes del llamado “político” mexicano son las siguientes: ladrón por naturaleza, apátrida, mitómano, megalómano, servil, absurdo, estúpido, irresponsable, inmoral y sobre todo, ignorante e inculto, éstos calificativos no los he empleado de mi cosecha sino que son la generalidad que se deja escuchar en nuestro medio. Esto es el resultado de una “formación” dada por un linaje de individuos -obscuros, tenebrosos- que han lidiado con el poder durante muchísimos años en éste país. En un contexto global, aparte, éste grupo de individuos dista mucho de conocer la realidad que ostentan diariamente millones de compatriotas.
En demasía, los agoreros gbernamentales, se han dado a la tarea de comparar México con otros países, haciendo hincapié de “las bondades” que otorga vivir aquí, pero ¿cual es ciiertamente la realidad?. Esta nación no dista mucho de la situación que prevalece en Nigeria, Burkina Faso, Senegal, etc, etc, países africanos con altísimos índices de pobreza, marginación, y sobre todo, corrupción gubernamental dada por “nacionalistas” con estudios en el extranjero, vestidos con finísimos trajes y calzado importados, joyas Cartier, carros último modelo y, sobre todo, cargando toneladas de ignorancia en sus lomos, ¿y el pueblo?, ni se diga, en las peores condiciones socio-económicas existentes ( en México tenemos los clarísimos ejemplos de comunidades indígenas oaxaqueñas, en la Sierra Tarahumara, Sierra de Zongolica en Veracruz, los lacandones en Chiapas, etc,e etc), ¿cultura al pueblo?, para qué, entre mayor analfabetas existan es mejor.
Sin confrontamos, política “a la mexicana” y cultura, veremos que nos hallamos en una callejón sin salida.
El affaire Peña Nieto es una clara muestra de lo arriba escrito. Con amplios comentarios tanto aquí como en el extranjero, es una muestra real, inobjetable, contundente del “quehacer cultural” de la aberrante clase política mexicana. El candidato del “canal de las estrellas” (obviamente, con minúsculas), es la representación, el estereotipo de la vida rosa, light, del no-pasa-nada-aquí, aparejada con una incultura galopante. La imágen envaselinada, pefumada, con un nombre tallado en oro en las tiendas de allá, Beverly Hills y apapachado por el medio de comunicación más manipulador y poderoso que existe como es la televisión, es también la imágen del ignorante y absurdo tipo que pretende dirigir los destinos de un país en total decadencia.
Durante nuestra vida, y especialmente de chiquillos, hubo canciones, relatos, libros que marcaron nuestra existencia. Lo que marca la infancia de los políticos es banalidad, estupidez, ligereza, obscurantismo y sobre todo ¡¡¡cero libros!!!.