Durante milenios, los eternos Ciclos de la Naturaleza han jugado un papel predominante en la concepción del medio que rodea al Hombre y a todas las manifestaciones de su Cultura. La eclosión estival es seguida por la madurez del Otoño, cuando la Vida, tras haber llegado a su punto álgido, declina y empieza a morir en la época de la recolección de los Frutos de la Tierra. La finalización de la cosecha ha sido siempre motivo de regocijo en las comunidades rurales. La Fiesta de los Segadores iniciaba trayendo la última gavilla de cereal y era seguida de alegres danzas, juegos y festines. Es muy notable que los griegos, al celebrar éstas fiestas, daban siempre particular importancia al último remanente de la cosecha, ya que se creía que en él se concentraba toda la fuerza de la Madre Naturaleza. La Muñequita de Harina, que preparaban en la época de recolección, no sólo representaba a la Diosa del Cereal, sino también a la semilla, la forma y el desarrollo potencial de la futura cosecha. El Signo de las Espigas se convirtió en una joven virgen y madre a la vez, llevando un niño, símbolo de la fecundidad, y teniendo en una mano una hoz y una espiga.
De ahí se hizo la concepción de La Virgen- Madre, La Virgen-Santa, llamada por los griegos Ceres, Diosa de las Cosechas. La fiesta el día primero de Agosto, cuadno se cocinaba pan con el trigo de la primera cosecha, recibía en Inglés el nombre de Lammas, que significa hogaza, y era la fiesta de los primeros frutos, que se llevaba a cabo para celebrar y agradecer la felíz recolección de los mismos. La hogaza tenía la forma de una gavilla de trigo, costumbre que todavía se observa en las iglesias en donde se exhiben productos agrícolas durante las festividades de Otoño. Los llamados antiguos por nosotros, durante esta estación celebraban también las Fiesta de Diana, Diosa de los Cazadores, en el mismo período, los cristianos celebraban La Fiesta de San Huberto, patrón de los cazadores; en ésta celebración, los cazadores tocaban el debuncher (toque de cuerno para advertir que el animal sale del bosque) y el hallali (grito de caza o toque de cuerno para anunciar que el animal está acorralado, hallali era un antiguo grito de guerra griego).
También en ésta época se sitúa la muerte de Osiris, de Mithra, de Baco, de Adonis, de Athis y de todos los personajes alegóricos del Sol, al que se hace descender y permanecer en lo infierno hasta su resurección, fijada en el Equinoccio de la Primavera. Durante el Otoño. existía la creencia de un combate entre El Sol y el Príncipe de las Tinieblas, en el que éste consigue la victoria (Equinoccio de Otoño). Recordemos, por otra parte, que Libra marcaba éste equinoccio, siendo representado por una mujer que sostiene en una mano a una balanza, entre los griegos fue Temis, Diosa de la Justicia. Nuestros ancestros, muy sensibles ante el triste recuerdo de sus parientes y amigos perdidos, así como el estado en que se encuentra la Naturaleza por el aparente alejamiento del Sol, celebraban en ésta época las Eleuterias o Parentales para recordar a los seres queridos ya idos. Los cristianos a su vez, todavía celebran la Fiesta de Todos los Santos, que en su orígen se consagraba a los mártires y se denominaba Martor. Esta celebración recuerda a las Teoxenias o fiesta de todos los dioses entre los griegos.
Así durante años, en el eterno devenir de las estaciones, el Hombre ha comprendido la magnificencia y magnitud de lo que representa la Madre Naturaleza y su influencia en el diario acontecer.