Una de las primeras construcciones que dieron paso a otras más organizadas fue las de las granjas, las cuales -como su nombre lo indica- eran creadas específicamente para realizar variadas actividades relacionadas con el trabajo agrícola y la incipiente ganadería. Se constituían en una serie de estancias y modestos muros entrecruzados que dejaban grandes espacios abiertos -patios- utilizados para las labores agrícolas.
En algunos de ellos se excavaban pozos, como silos y cisternas recubriendo sus paredes con un conglomerado de Piedra o Adobe. Algunas granjas formaban pequeños poblados, típicos del final del Neolítico.