Bolivia es uno de esos países en el Mundo que no llama de manera usual la atención, salvo su Lago Titicaca, la hoja de Coca, las Llamas y Alpacas, y en los últimos años, la presencia de un presidente de orígen indígena llamado Evo Morales. En los últimos meses, los supuestos y autonombrados Medios de Información se dieron a la tarea de difundir un supuesto fraude electoral que llevaría a otro período de mandato presidencial a Morales, pero como es de sobra conocido, ALGUIEN -¿acaso los yankees?- se encargo de sacarlo de la casa presidencial y nombrar -¿será conveniente decir autonombrar?- a una Presidenta de la República.
Una cosa es cierta: Evo Morales había DIGNIFICADO, con muchísima dificultad, la presencia indígena en ese país, a los muy desconfiados ojos de blancos, criollos y extranjeros lo cual no podría suceder en una nación, como tantas, que por siglos han sometido a los pueblos nativos. Bolivia es un país sumamente rico en recursos naturales, veamos, Litio, Petróleo, Gas, Caucho, Plata pero sobre todo Estaño (recordar al magnate y socialité Atenor Patiño), recursos que habían caído impunemente a manos de especuladores principalmente extranjeros los cuales ellos determinaban que precio tenían que pagar a los provedores.
Con Evo Morales todo empezaba a cambiar. Con su derrocamiento, los indígenas vuelven a su eterna pobreza, esclavitud, malos tratos, discriminación y más que evidente racismo por parte de los ricos y extranjeros, sobre todo cuando esta mujer autoproclamada presidenta ha regalado al ejército millones de dólares para que la apoyen en su supuesto mandato.