Santidad. ¿Qué significa eso?. No lo sé. ¿Qué es ser santo?. Ni idea tengo. No recurriré a definiciones dadas por diccionarios, de cualquier tipo, lo único que puedo decir en base a mis profundas inquietudes es que éste Buen Hombre trasciende definiciones, santificaciones así como cualquier tipo de pronunciamientos. Oscar Arnulfo Romero se constituye en uno de esos escasísimos casos en que las palabras Buen y Hombre se complementan extraordinariamente y más, proviniendo de una organización religiosa como es el Catolicismo tan corrupta, sucia y excepcionalmente traicionera.
Romero es uno de esos extraños e increíbles religiosos que se comprometieron con el pobre, el desprotegido, el explotado, el autóctono, en un palabra con el que menos tiene. En su momento, y todo atribuido a la Guerra Fría, por cierto, una guerra que nunca ha dejado de existir hasta la fecha actual, dejo a un lado las comodidades del llamado Capítalismo hoy conocido como Neoliberalismo, en un pequeño pero valiente país centroamericano conocido como El Salvador cuyo VERDADERO pueblo ha sufrido por décadas la explotación. injusticias e impunidad de extranjeros, criollos, mestizos y hasta mismos indígenas avergonzados de su orígen, Romero se identificó con el campesino desamparado.
Aunque nunca se definió como seguidor de la Teología de la Liberación, sus acciones se comprometen con las realizadas por Helder Cámara, Ernesto Cardenal, Méndez Arceo, Camilo Torres y demás personajes trascendentes que promulgaron realmente las enseñanzas y reivindicaciones de El Cristo. ¿Sabrá la pomposa y corrupta legión de vividores cuya sede se encuentra en el Vaticano que El Cristo siempre defendió al pobre, al hambriento, al sediento, que reivindico a la prostituta y al ladrón, que vivió austeramente alejado de todo lujo y riquezas?. Lo dudo…………………..