Durante el siglo 17, el Bronce procedente de Europa fue importado por el Reino de Benin localizado en Nigeria. El resultado fue un febril trabajo que trajo como consecuencias la producción de infinidad de esculturas como aquí la representada, y la enorme cantidad de trabajadores que se dedicaron a la confección de las mismas. Es de notar que el número de piezas realizadas se incremento notablemente. Este leopardo, fabricado para el gusto del Oba (dignatario), figura entre los más refinados objetos. Es una formación maciza, con piernas robustas, estilizadas, un cuerpo esbelto pero fuerte y una cola bien remarcada, la cabeza se encuentra perfectamente delineada, casi horizontal, con orejas atentas, mirada fija y colmillos resaltantes.
Existe una marcada estilización y naturalismo en su elaboración -las motas en la piel apenas son discernibles-. Es considerado como uno de los más refinados objetos creados en ésta etapa del reinado conocido como “Período Medio” en el Arte de Benin. La poderosa muestra de dignidad y orgullo manifiesta en la escultura es una manifestación de lo que es este felino en el seno de las culturas africanas. El porte es más que manifiesto y es una continuidad con ese mismo símbolo asociado con el leopardo. El Oba mantiene la figura de este animal en su palacio como un emblema de la fuerza del poder real.