La Memoria Histórica, definida por el intelectual francés Pierre Nora, es un concepto que designa el esfuerzo consciente de grupos humanos para enfrentar su pasado -sea éste real o imaginario -, revalorandolo y reconsiderándolo con un especial respeto. En los últimos años han adquirido vital importancia los movimientos de reconstrucción de la Memoria Histórica de ciertos grupos sociales tales como los indígenas, los proletarios, los pobres, los desaparecidos, los perseguidos políticos, etc, etc. Ejemplos tan sólo en nuestra América sobran: los llamados, por referirnos tan solo a una muestra, Espacios de la Memoria en la República Argentina, en Chile, Colombia, Paraguay, Bolivia, etc, nos manifiestan la valentía y compromiso de una sociedad plural Y DEMOCRATICA que no teme a su pasado histórico.
A pesar de estas lecciones, México parece no comprender la relevante importancia que significa esto, las manifestaciones que se realizan cada 2 de octubre recordando La Matanza de Tlaltelolco, el Jueves de Corpus Christi, y alguna otra fecha, parecen ser rebasadas por acontecimientos como La Matanza de Acteal, la represión brutal en Atenco, las matanzas de inocentes en San Fernando, Tamaulipas, matanzas de periodistas en el Estado de Veracruz, las fosas clandestinas con cientos de asesinados, los desaparecidos durante el sexenio de Felipe Calderón y tantos casos más que han sido, en su mayoría, censurados por los gobiernos actuales.
Una sociedad sana y comprometida con su pasado abre las puertas libremente a los hechos ocurridos con la finalidad de esclarecer la verdad de los mismos. Nuestro país debería aprender de otras naciones hermanas de su compromiso con sus ciudadanos y, sobre todo, con su misma historia.