Durante muchos años he realmente estudiado y tratado de descifrar algunos aspectos del vastísimo campo que constituye el Conocimiento Alquímico. A pesar de mi marcado sustento intelectual basado en la Metodología Científica, nunca he podido dejar pasar inadvertido el glorioso, inquietante, nebuloso y enigmático conjunto de extraños conocimientos que integran esta disciplina.
Muchas de las obras que consulte en grandes bibliotecas públicas cuando era joven, ahora es increíble tenerlas formando parte de mi acervo cultural. No creo posible que más de 100,000 libros de Alquimia no hayan llamado la atención de un grupo de criptógrafos, historiadores, químicos, farmaceúticos, bibliotecarios para que en pleno siglo XXI, desarrollasen un trabajo y/o esfuerzo conjunto para tratar de descifrar -en parte, creo yo- que existe REALMENTE detrás de esos inentendibles dibujos, esquemas, metáforas, alegorías, simbolismo en sí que constituye por excelencia el Arte Real. Personalmente, considero que la famosa transmutación de plomo en oro o de metal innoble en noble fue algo totalmente SECUNDARIO, a la intención primera del alquimista, aunque existen históricamente reportados los casos de Helvetius y Van Helmont, por comentar 2 de los más conocidos, y que la principal TRANSMUTACION se efectuaba en el mismo, como ha sucedido en la actualidad en los campos de las Ciencias Exactas con ejemplos como Einstein, Böhr, Pauling, Hawkings, etc, etc. que aunque sin practicar la Alquimia, sus investigaciones los llevaron a modificar su concepto de la Realidad y del Cosmos en toda la extensión de la palabra.
Es paradójico que con los avances tecnológicos del presente, el ayer se encuentre todavía inalcanzable a nuestros ojos por un espeso manto de niebla que urge disipar.