Desde hace mucho tiempo, se ha comentado que los grandes mamíferos marinos resisten los fríos intensos de los mares árticos y antárticos gracias a su capa de grasa. Esto en parte es cierto, sin embargo, científicos de la Universidad de Carolina del Norte, han encontrado que no sólo es eso sino que existen otros factores los cuales contribuyen a la homeostasis de éstos increíbles animales. Tenemos que investigaciones recientes han demostrado que el fenómeno de la emigración de zonas frías a más cálidas es un factor de gran relevancia tanto para la climatización como para la reproducción, tal es el caso de las ballenas grises que emigran desde Alaska hacia Laguna Ojo de Liebre en el Golfo de Cortés, el tamaño corporal también influye, ya que a medida que aumenta el tamaño de un objeto tridimensional, su volúmen aumenta más rápidamente que su superficie, así pués su superficie corporal, a través de la cual se produce el intercambio de calor con el entorno, es reducida en comparación con su gran volúmen de tejidos corporales que son los que generan calor. De ésta forma, los grandes mamíferos pueden conservar el calor con eficacia mayor. Tocante al primer factor -la grasa corporal-, ésta es un excelente aislante junto con la piel y por ende con el pelo. Esta grasa se constituye en un tipo especial ya que contiene en su composición química más colágeno y elastina, en pocas palabras, almacena más energía. Mención aparte reciben las terminaciones nerviosas sensibles a la temperatura, igual a la piel de cualquier mamífero, lo que se traduce en una mayor capacidad para percibir la temperatura marítima y responder a dicho estímulo. Es por toda ésta conjunción de factores, gracias a los cuales, estos enormes animales pueden subsistir en las condiciones inhóspitas de ésta parte del planeta.
Es una realidad que todas estas observaciones e investigaciones ulteriores puedan arrojar una luz de esperanza para que los científicos apresuren sus pesquisas con el fin de poder aplicar algún método preventivo destinado a todos aquellos que, por razones del destino, se vean afectados por las inclemencias de esos ambientes hostiles (náufragos, por citar un ejemplo).